Yo soy un tío de vísperas, de preludios, de prólogos. De los que disfrutan más en las salas de espera de lo que va a venir que de los hechos actuales, firmes y eternoretornistas en que se va convirtiendo la vida a medida que avanza en su inercia.
Así en el día de hoy dicen que se inaugura la Navidad en LosMadriles a partir de un chupinazo eléctrico general a las 6 de la tarde. Tiempo tendremos de mostrar un reportaje de los focos y contrastes de colorines – van a estar ahí durante mas de un mes, anyway. Hoy prefiero recrearme con alguna imagen reflexiva de los preparativos de la fiesta y gozar con ello.
El domingo será diciembre y en mis tiempos de experiencia anglo los mercados navideños y el gran “mall” de Bristol estaban ya más que iluminados. Era terminar de comerse las calabazas de Halloween y quitarse los disfraces absurdos de drácula para embutirse de papanoel y empezar a tambalearse por las empinadas calles medio borracho deseando paz al mundo.
Estas costumbres anglos tan entrañables se han impuesto por todo el planeta y así la decoración de las otrora “fiestas familiares” no es más que una actualización efervescente de la imagen Victoriana creada por Dickens pasada por neones hasta llevarla a extremos psicodélicos, contestatarios de estilismo “posmo” y casi surrealista.
Así por ejemplo en Madrid hubo un tiempo, cuando reinaba el simpar Gallardón, que en las luces de felicitación se mencionaban los pecados capitales, y uno podía ver la palabra “lujuria” con “feliz navidad” escrito en ruso y cosas así.
Esas luces siguen siendo las mismas por eso de la austeridad pero quitaron los pecados para, según dicen, poner marcas que esponsorizan el cotarro. Es igual, el tema es seguir despistando e iluminar el vacío existencial con algo para ver si el gentío se anima a comprar cosas.
No importa, la ilusión de los carcas reaccionarios como yo, perdidos en un mundo inexistente de Nacimientos, estrellas que guían Reyes Magos y familia cantando villancicos con tamborileros está intacta.
A partir de mañana empezaremos a oír discursos de los listillos que reivindican “solsticios”, los posmodernos que visten gorros rojos, los naturalistas que piden mas “semanas blancas”, los que añoran pagas extras y los tecnócratas que se quejan que la iluminación es cara.
La Navidad, en fin, es una batalla perdida a la que en España solo salvan los Reyes – Magos, cuidado, ojo, ejem – que en su cabalgata despiertan ojos inocentes.
Se ha convertido todo un Milagro en un escenario de neón iluminado que cada vez se parece mas al sueño de George Bailey cuando, en paseo de su ángel sin alas, observa alucinado el mundo como hubiera sido sin su nacimiento.
Disfrutemos lo nuestro, anyway.