Nos deja un prohombre en Septiembre. Levitando en corbata-roja-efervescente desde una gloria calvinista que presupone cotas más altas por predestinadas. Gloria del Mas-Acá que se aparece en cifras hasta hacerse deslumbrante en esa mística del metal que no cabe en sí misma, pues a partir de determinados cero a la derecha la cifra se eleva a potencia de concepto degenerado en Poder omnipotente.
Pasan imágenes por televisión y se me representa la primera escena del Ciudadano Kane mientras recuerdo el último capítulo del magnífico libro de Cacho sobre Pedro Toledo. Era la época de la Nueva Banca española, presentada desde el neocapitalismo felipista para financiar una nueva forma de hacer país diseñando a una nueva élite de pantalones y corbatas encarnadas. Entre opas y beautifuls, los infrarojos umbralianos nos hicieron aprender los nombres de los reyes del mambo, los señores ocultos del tablero, invisibles por grises, y desde entonces modelos salidos de cajas fuertes en las alturas de los rascacielos, subterráneos de Cibeles y llanos suizos.
Era el destape de la Santa Banca, explayándose a sí misma, tan voluptuosa entre Solchagas de adentro y Condes de afuera que custodiaban sin saberlo familias y dinastías eternas que salían tímidas en las revistas de los ventrículos amarillos.
En fin, España empieza fuerte el curso y la izquierda goza su veranillo prolongando su onanismo complutense, vaticano o nihilista. Ahora gritan blasfemias en redes sociales mientras, casi, anhelamos con sorna a comunistas clásicos que, quemando biblias, recitaban entre cigarro y cigarro aquello del rico y el camello en su contracultura de citas.
Al final todo sigue, la nave va, fluctuando su inercia descendente en este finale mientras las acciones bajan un poco mas tristes y preparamos la junta extraordinaria donde caerá como una losa un silencio que se romperá por un aplauso de dividendo a cuenta y palmada en la espalda.
Emilio Botín, DEP
D.E.P.