Se cerró un fin de semana coloreado en oro viejo por un sol picante de membrillo. Dejo la villa ante la mirada quieta del Duero y nos despiden las piedras de la historia tras hacernos camino para atravesar épocas en un viaje al tiempo.
Tordesillas, villa situada en el corazón del corazón de Castilla, villa muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima, para ser exactos. Intersección de la historia real – esa tan ignorada por la memoria oficial que reinventa el pasado en libros de texto – Villa que limita entre el Camino de Santiago y América, entre la trascendencia vertical y la conquista horizontal. Desde aquí se defendió el presente en extremadura Castellana, para conquistar un futuro que repartió el planeta por Tratados. Hoy, ya lo saben por los medios de esta España secuestrada, mera aldea maldita por la propaganda posmoderna que lava sus crímenes con la excusa de la sangre caliente de un toro.
No importa. Nos convoca un mercado en esta villa sacra. El mercado medieval más importante de España que une, en vestimenta de época, la empresa, el oficio y el campo. Se descubre así, esa economía real y tan maltratada: la que crea cosas y se vende con atención y sin intermediarios. La economía de las empresas que mueven el mundo, es decir, las pequeñas, sobre las que se ampara el oficio creador, el arte, la cultura y la agricultura.
Los adultos bailan, ríen y beben. Se hace espacio, para que las hermosas damas de la villa, se coloquen para la danza de las cintas alrededor de un caballero de armadura que fuma un Cohíba de época.