Suelo frecuentar la misa del último atardecer tardío, pero los martes hago una excepción para celebrar la liturgia en rito hispano-mozárabe, muy de agradecer en estos tiempos vulgarizados de guitarra asamblearia. Además, ayer era un día especial, al recibir a un ángel barbudo de visita en Sodoma. Este último viene desde el origen de la civilización, tierra de conversión y desierto de martirios hoy. Se llama Gregorio III Laham y es el Patriarca de la iglesia Greco-Católica Melquita. Se ha acercado a rezar con nosotros por los Cristianos en Siria, en su paso para presentar el demoledor “informe de la libertad religiosa en el mundo” realizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada.
El Patriarca tiene un carisma comunicador y risueño que vuela entre el francés y un italiano traducido por el párroco, aunque su ingenio llega , entre sonrisas, décimas unas antes al auditorio. Relata que hay miles de grupos yihadistas en el mundo, eterna barbarie exterminadora, a la que él y los suyos desafían procesionando el icono de la Señora por las calles de Damasco. Advierte, en este martes de hielo, que ya han muerto 2000 cristianos y que la plaga no está lejos, que están ahí, a las fronteras de nuestro mundo autista.
Pero es martes en Sodoma, jornada de superchampions y nada de esto es mediático, naturalmente, casi nos pilla la hora del partido y el personal está a lo suyo sin oídos para los ángeles que llegan gritando a Sodoma.
Y en una hora, como pasa el tiempo a veces, el infinito se concentró en un espacio de la calle Goya para dar aire nuevo, soplar calor de entraña para poder salir con fuerza a las calles heladas de noviembres oscuros.