‘Después de las 12 campanadas tendréis noticias mías’
Sonríe terminando así su intervención el rey de la noche, intrépido Príncipe Hal, en espera de recuperar el trono tras el doblar de las campanas. El eterno arquetipo del “citizen Kane” nacional, hoy discretamente presentado como socio del Ateneo, nos ha hablado de su libro desde su exilio. Como el inolvidable y renombrado Umbral ante la mirada de España – María – y demás madrid que han venido a apoyar a un protagonista vital del ruedo ibérico.
Pedro J Ramírez cierra así un discurso – o abre un anuncio –contra todos en una faena en redondo desde los medios que ha ido de Azaña en Azaña pasando por Ortega.
Hay llenazo en el Ateneo, siempre expectante con el personaje. Hace unos meses le vimos presentando un libro de historia y hoy, quizá, haciéndola como desliza sutilmente el primer presentador, López Arriba. Pedro J viene arropado por periodistas con los que comparte mesa – Gistau, Jabois y Ussía – observado por la corte pictórica del Ateneo, en sus seis generaciones, y aclamado por un público fiel al que va arrancando aplausos en faena in crescendo.
Los ponentes van definiendo al personaje antes de su intervención: forajido, Capitán Ahab, Corleone… hasta que, finalmente, el gran Ussía le disecciona en 5 partes: desde el chaval de Logroño hasta el infinito, pasando por columnista, historiador y creador de medios.
El sujeto así construido, vestido en marco referencial en la dicotomía de verdad – machadiana – y libertad – desventurada – toma la palabra abandonando la mesa común, donde se le veía apretado, avanzando a la tribuna de orador, buscando su sitio natural en los focos, acompañado por su sombra gesticulante mientras se oscurece el escenario al tiempo que aparecen diapositivas del prohombre-con-prohombres: ZP, Rajoy, Aznar, Mr X …
De pie en este ámbito, igual entre iguales, se estira para recordar al presidente Suárez, que no aparece en ninguna foto, enlazando su fallecimiento con el aniversario del discurso de Ortega para empezar su discurso propio.
Pedro J tiene el Estado en la cabeza y desglosa un programa lleno de denuncia e historia que explota en el presente absoluto rasgando el telar nacional desde la diferencia de talantes entre Rajoy y ZP para definir el caos de una época. Clama por la vuelta a tiempos donde se escriba, de nuevo, el borrador de la historia de España, en ese intervalo entre el cielo y el suelo que forma el limbo de los Ateneos. Laboratorios de libertad, que deben retornar a categorías pre ideológicas en este año que será constituyente.
Análisis aplaudido de 11M, victimas del terrorismo, desafíos soberanistas, poder judicial, cristalizados en la eternidad eternoretornista del gran problema, que no es otra cosa que España, no sus síntomas.
En fin, que tras las doce campanadas, cuando comience el año de inflexión por excelencia, el Príncipe Hal se ha alistado a la realidad para recuperar la corona.
A buen seguro tendremos noticias suyas.