Se anuncia como homenaje y oración en cinco ventanas de plasma. Pedro Zerolo, máximo protagonista con ZP de la lucha por la imposición de la ideología de género y activista LGBT, fue homenajeado esta semana en una iglesia católica de Madrid, institución que representa a su vez, los valores contrarios que emanan de la ideología que defiende el homenajeado. Como hilo conductor entre ambas visiones tan contrapuestas se encuentra el organizador del evento, el mítico Padre Ángel, fundador de la organización Mensajeros por la Paz y amigo personal de Zerolo. El lugar: Iglesia de San Antón en la calle Hortaleza de Madrid, templo en desuso durante mucho tiempo, pero que la Iglesia de Madrid ha dejado la gestión y uso a la organización presidida por el padre.
Una alfombra roja nos indica la entrada, entre carteles de abierta todo el día, wasap permitido, mascotas welcome, desayunos por la voluntad y servicios con posibilidad de cambiar pañales a los niños. Iglesia, donde el barroco quebrado por lo moderno, deja ver al fondo del edificio a San Antón bajo el Espíritu Santo escoltado por dos cartelones de Francisco (el Papa), animando a que los templos estén abiertos full-time. Un grupo de periodistas están en la puerta y los curiosos se colocan en frente de la calle. Entro por la alfombra, me santiguo y fotografío una de las imágenes de Zerolo haciendo ángulo con la Virgen.
Se presenta el protagonista por el primer ponente como una persona querida en el barrio y luchadora por los derechos civiles. El cariño se eleva a amistad y la lucha a conquista con los apelativos de Carmona, el candidato socialista a Madrid. El magnífico grupo musical entona poemas y un “Casta Diva”, que en sí vale por todo el homenaje, rompe en un aplauso que casi hacen temblar a San Antón, la Virgen y Jesucristo, personajes que da la impresión de estar fuera de lugar. De hecho, la primera mención a algo que representa lo que supone que es el objetivo del templo es la lectura de la carta de San Juan, introducida como canto al amor, que convive con el poema al olvido de Neruda y el soneto a la tristeza.
En un plano siguiente se reúnen 2 pastores de la Iglesia Metropolitana, cuyo miembro masculino gasta estola gay definiéndose como LGTB. El público aplaude y a los fotógrafos se les caen los zooms. En una hora se acaba el homenaje y, mientras me siento, apunto que falta el segundo punto del día, la oración.
Como soy católico y respeto profundamente el talento de mis enemigos, más que amo el escaso de mis amigos, me quedo un poco más en la iglesia, de rodillas – lo cual ya aquí parece fuera de tono- y entono un “Fíat voluntas tua” – mientras reflexiono sobre la coherencia. Pedro Zerolo fue un sujeto coherente, pienso: ateo militante y anticatólico de hecho. A su vez el Padre Ángel es un sacerdote católico, sumamente respetado que hiere honrar a su amigo, utilizando una infraestructura mayor que él mismo, un templo de adoración de Cristo, único protagonista cuyo espacio hoy, transformado en asamblea deja un espacio sentimental y una reafirmación ideológica de algo que desafía al orden católico.
Termino de rezar y salgo al mundo tan confundido como el templo con la calle. Me paro, quisiera poner una flor que he comprado a la Virgen. Entre carteles de bienvenidas y fotos en blanco y negro me acerco a la imagen. Un cartel me asalta advirtiendo que está muy bien eso de mandar flores a María… pero que si tiene algo más perdurable quizá mejor. Miro a la Virgen, me mira a mí y me guardo el clavel en la solapa. Salgo a la calle y mientras me quedan restos de la oración camino a la Gran Vía pensando.
¿No tenía ya Madrid una franquicia de la «La Taberna del Alabardero»?
Pues ya la tiene. Una parroquia+Drugstore 24h («nonstop») Free WiFi, etc.
La idea puede ser revolucionaria, pero me parece simplemente una profanación.
¿Por qué?
Pues porque «se puede rezar mientras se fuma, pero no se puede fumar mientras se reza» (✝ Mons. J. Fulton Sheen, Arzobispo de Nueva York).