“non abbiate paura” (Juan Pablo II – Roma, Pascua 1994)

El arte no está hecho para adornar, sino para perturbar. Para resquebrajar conciencias, arrojando ramalazos de belleza pensada que, explotando en las neuronas, nos ayuden a entender la existencia abriendo nuevos caminos para interpretarla. Cuando me topo con esta revelación, califico al trabajo como obra maestra. En realidad, en muchos casos, si atendemos a un análisis más o menos técnico del producto, posiblemente no lo sea, porque nuestra subjetividad se alimenta en rincones insospechados. Pero otras veces, sin embargo, se une la perfección técnica con el mensaje sublime. Y ahí nos entendemos todos.

Hay un autor que siempre me abre las puertas hacia algo, no porque esté de acuerdo con sus ideas, que eso es totalmente irrelevante, sino porque creo que da en puntos claves para ofrecer una visión alternativa y original. Este sujeto es Don Luís Buñuel, un personaje difícil, problemático, escandaloso, blasfemo… Para celebrar su nacimiento, ayer cené de nuevo con el variopinto grupo de personajes mejicanos en aquella suntuosa mansión de Sudamérica. Allí donde habita el ángel exterminador. Supongo que habrán visto la película, pero si no, no importa. La idea es que un grupo de burgueses se reúnen a cenar, la servidumbre va a abandonando la casa sin ninguna razón aparente y, cuando llega la hora de irse, los invitados son incapaces de abandonar la mansión. No hay ninguna razón que se lo impida, pero son absolutamente incapaces de salir, mostrándonos cómo el variopinto grupo trata de sobrevivir en condiciones primarias y miserables, llegando a situaciones límite y denigrantes.

Esto, por supuesto, tuvo diversas interpretaciones para la crítica y el público, pero, respetando todas, podemos coincidir en que Buñuel hace un ataque muy visceral e inteligente a las clases altas y a la Iglesia como conceptos que pueden convertir al individuo en rebaño, paralizando cualquier acción creando inútiles, incapaces de obrar con libertad.

Es igual. Aparte de la ideología del director que, como he dicho, es irrelevante para mí, el provecho que yo saco de esta historia es que muchas veces nuestra CIRCUNSTANCIA absorbe a nuestro YO. Y esa circunstancia puede ser interpretable: desde el hecho de pertenecer a un grupo determinado donde delegamos nuestra personalidad sin quererlo, ideologías donde enterramos nuestra capacidad de decidir, sentimientos que nos impiden crear, amores que nos terminan matando… es decir, que de alguna forma todos tenemos un ángel exterminador que puede pulverizar nuestro modo individual de ser destruyendo nuestra libre personalidad de crear y de actuar.

Se puede llamar de diversas formas pero creo que lo más acertado es llamarlo MIEDO. Es un miedo a vivir, a desarrollar la personalidad, a dar, a entregarse, a opinar… a ser valiente, en suma. El gran impedimento para desarrollar al hombre como mezcla entrañable de valor y dignidad.

El ángel de la destrucción supremo, aparte de la evasión total que provoca el suicidio, seria la Depresión. Es decir, el completo dejar de ser, dejar de actuar y arrinconarse en el lecho en postura fetal aparte del mundo. Y lo triste del caso, es que muchas veces nos pasa lo que a los burgueses: sabemos dónde está la puerta, que está abierta, que solo hay que salir pero no podemos, o no podemos hacerlo solos.

Sea depresión individual o social, en España podemos ver esta metáfora exacta del ángel del exterminio. Aletea sin cesar hechizando la absoluta indefensión de una sociedad civil incapaz de salir de su encierro sin la tutela de ese monstruo llamado Clase Política.

1 thought on “BUÑUEL Y NUESTRO ÁNGEL EXTERMINADOR

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