Dice Manuel Valls que el problema de España es que no tiene un relato patriótico. Y tiene razón nuestro Monsieur, al describir una obviedad que se descubre más urgente y vergonzosa cuando uno abandona la aldea patria y deambula por el mundo. Manuel lo dice con tristeza porque, al fin y al cabo, el tema le llega por raíces genealógicas y lo siente. Mucho más interesante es que lo declina desde su estatus de biografía vencedora, lo que le ofrece un altavoz a tener en cuenta.
España, como país huérfano de Imperio, de siglos, de fe, de abuelos, de hijos, de alma.. se encuentra con unas generaciones de parentela divorciada que no saben explicarse a sí mismas más que en momentos efervescentes de su historia. Y esta ausencia, aparte de provocar crisis de identidad, extiende unas vidas nihilistas que, como un imán, buscan la seducción de vacíos con paraísos artificiales “black friday”. Así, sin un relato global que una y descubra un hermano en el nefasto prójimo, creamos leyendas malas que funcionan; mayormente, desde las fuentes localistas del nacionalismo aldeano entre cuentos mitológicos aceptados por la castilla charnego-maketa. Desde otro punto de vista más central, es aún peor cuando se explica el sentido de España desde el 78 y se adorna entre programas que subliman farsas zafias criminales como la Movida con un tono Cuéntame, olvidando mártires y metiendo chute de memoria histórica. Mentiras sentimentales, valga la redundancia, para un pueblo que piensa poco pero siente mucho y mal.
Comentan los psicólogos que gran parte de los problemas mentales de la especie nace de la falta de sentido y la incapacidad de explicarse su vida. Esto se magnífica aún más en el tejido social del país. Aguantar el relato de la propia biografía no es fácil, si uno no quiere engañarse claro, pero es la única vía, loquehay, que decimos los castas en losMadriles. En lo personal y en lo global, claro, rompiendo ese mito que dice que la historia la escriben los vencedores. Topicazo que, desde luego, aquí no funciona. El relato, cualquier relato, lo escribe quien sabe escribir y tiene huevos para contarlo. Y éste cuento puede ser cercano a la realidad o no, depende de la catadura moral del autor y de los sensores neuronales de la audiencia. En todo caso, el relato moderno que de la historia da la mal llamada “filosofía”, desde Descartes en adelante, no es otra cosa que una ficción que da pie a una gran Matrix que, ojito, está muy bien contada. Así nos creemos a Freud, Marx, Nietzsche… que de filosofía hablan poco pero nos dejan novelones que adoptamos con gusto por una cuestión de estilo. Y a falta de otra cosa, vale, excepto, en principio, a los católicos, que se mueven en ondas agustinianas. Pero en España, perdonen el lapsus, este último aspecto no cuenta y no se porqué lo incluyo, ya que nuestros católicos son ateos sin saberlo.
En fin, así estamos, sin relato y con vermut. Náufragando como los músicos del Titanic haciendo lirismo ruidoso desde un silencio que habla a gritos en estas noches de un noviembre con fiebre y sequía.
En El Español: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20171127/265293471_7.html
Valor, Almirante, el que se necesita para llamar a las cosas por su nombre, como haces en este magnífico relato. Porque hay que tener valor más que sobrado para decir la verdad sobre Freud, Marx y Nietzsche, para presentarlos, aunque sea como cita al paso, como lo que son: tres grandes fraudes sociales y del pensamiento, elevados por la huera intelectualidad europea a la categoría de prohombres del pensamiento.
Valor también para presentarnos a los católicos españoles como en realidad somos: ateos sin saberlo. Me ha recordado esto una anécdota que se contaba por la España de los sesenta-setenta del pasado siglo, sobre los emigrantes españoles a la RFA.
Se comentaba que el la RFA, se preguntaba a los trabajadores, como sujetos pasivos de los impuestos, que manifestaran a qué confesión religiosa querían que fuera la parte proporcional a ello destinada de sus impuestos: evangélica, católica, ortodoxa, etc… Los españoles, muy devotos ellos de sus respectivos patronos de las fiestas locales, como el Cristo de… la Virgen de… San Tal o Santa Cual, en la falsa creencia de que si no se manifestaban por ninguna confesión religiosa no les deducirían esa parte de los impuestos, se declaraban ateos. Cual no fue su sorpresa cuando a la hora de ver sus asignaciones de impuestos, veían que a ellos también les habían retenido esa parte proporcional para la ayuda al culto religioso; Al preguntar por qué se les descontaba a ellos esa parte proporcional para asignación religiosa, les dijeron: -“Como ustedes no han manifestado su preferencia por un destino concreto de esa parte de sus impuestos, ésta se asigna a todas las demás, prorrateándola conforme a las preferencias mostradas por el conjunto de contribuyentes”.
Un jarro de agua fría, al ver que habían quedado peor que Cagancho en Almagro.
No estaría de más que algunos ilustres diputados de la izmierda, como Quemazares o el tal Rufián, amén de Iglesias y Monederos varios, se enterasen de esta anécdota.