Lunes gozoso de septiembre con sol picante y nostalgia de tormenta. En la capital seguimos celebrando los 100 días de la “Sánchez New Age” al mejor estilo posmo: desarrollando un pensamiento Alicia en vermús con comisiones de sabios que brindan por exhumar una historia que definitivamente entierre la verdad. El gobierno más utópico, se celebra a sí mismo con los mismos tics repetidos de siempre pero vendidos con copyright.
Y es que “lo que no es tradición es plagio”, decía con ironía lúcida don Eugenio. Lo que celebra nuestra nueva élite, en su vanguardia superguay, no es más que el plagio repetitivo y acartonado, eternoretornista en fin (si no lo digo reviento) de sus tradiciones que, cual furúnculo ardiente, siempre ha desarrollado esa tara llamada “izquierda”. Fuera de cualquier realidad se ensimisman en un tiempo inexistente y capado para inventarse un relato, legitimarse desde él y aniquilar al que lo contradiga.
Hablar de plagio a estas alturas, molesta mucho a la “Generación más preparada de la historia de España”. En su adanismo indoloro de culpa, eructan sus ideas de mala digestión para usarlas como menú de trabajos de máster o tesis y gobernar de igual guisa. Han sido los 100 días más largos y nocivos de cualquier gobierno. Con prisa propia van hacia las elecciones minando un camino hacia un apocalipsis local que se nos va a hacer intenso y cuesta arriba hasta el bajonazo final. No será por falta de trabajo, eso hay que reconocerlo. La maldad inspira más que la concordia y la Revuelta de España fija sus etapas finales haciendo una contrarreloj a modo de bomba de relojería vendida a los árabes: efectiva en su destrucción pero con salvoconducto de comisión real. Ese es todo el proyecto de un gobierno que en dos años se debe generar en Frente. En fin, lo de siempre.
Ese es todo el proyecto de un gobierno que en dos años se debe generar en Frente. En fin, lo de siempre.