“Miren: ¿Hay sentencia judiciales que nos den la razón? Respuesta: Sí, las hay. ¿Esas sentencias dicen que se devuelvan los documentos? Sí. ¿Dicha devolución se debe de hacer desde el Estado requiriendo los documentos a la Generalidad? Sí. ¿Lo han devuelto? No. Pues eso es todo”
Conde, Don Mario, en síntesis pragmática, resume exactamente el problema que nos reúne. Las dos filas de prensa toman nota entre flashes y teclados y a me ofrece el párrafo de entrada de mi crónica.
No esperábamos tantos medios en esta mañana de lunes en un hotel de “provincias”, vocablo donde la capital del reino popularmente distribuye la organización del resto del país. El magnetismo de las nuevas incorporaciones de la ASOCIACIÓN SALVAR EL ARCHIVO DE SALAMANCA ha arrastrado televisiones locales y nacionales para iniciar la primera semana de un otoño recalentado en día de las Mercedes, en Salamanca. He llegado en un Alvia hace apenas una hora, donde me espera el aura rubia de mi amiga la Mesetaria. En línea recta y cuesta abajo avanzamos hasta una Gran Vía de soportales, Palacio de correos con imponente escudo Nacional que ilumina cafeterías de terrazas. Giramos a la izquierda por Marquesa de Almarza donde se halla el hotel de destino.
En la puerta se va delineando la silueta de nuestro hombre: mi amigo Policarpo Sánchez que a modo de novio va recibiendo invitados. No le veía desde hace meses, estilizado con muchos kilos de menos y más fuerte. Nos abrazamos y me dejo observar desde su mirada tímida de hombre bueno. Mirada que, en una vida intensa de medio siglo, ha visto dos guerras desde el frente: el alzheimer de un organismo social llamado Estado y un cáncer de su organismo individual. Dos traiciones con vocación letal cuyo espíritu guerrero está dispuesto a combatir. En un silencio infinito que dura apenas nada, absorbo su mirada con la vocación de una plegaria en un día de fiesta. Hay dos formas complementarias de vivir: con un esquema de valores en la cabeza o siguiendo el ejemplo de tus mejores. La primera opción por si sola, conduce al ensimismamiento, y sólo aplicada desde el ejemplo de un modelo se hace trascendente. Policarpo es uno de mis modelos, un héroe, sin más. Su espíritu ha nacido para vencer esta doble batalla: Parar la destrucción del Estado y recuperar su salud. Restaurador de organismos para así, desde las grietas, volver a recomponer lo que ambos deben ser. En esa lucha estamos con él.
Me aparto, enchufo mi cámara, ajusto el foco y empiezo a ver la vida desde la crónica. El centro del hall del hotel acoge una fabulosa escultura de toros bravos, en movimiento vital basado en una fotografía, como me indica un colega de prensa. Subimos al primer piso donde doce personas posan en la coqueta sala: son los representantes de la Asociación. Enfrente dos filas de periodistas, en el público estamos los de siempre.
“Las cosas se tienen que poner mal para darte cuenta de lo que te quieren” comienza nuestro hombre. Habla con emoción en tono más bajo de lo acostumbrado. Presenta a su equipo compuesto de abogados, periodistas, docentes, empresarios y amas de casa. Un mosaico, en fin, de la invisible sociedad civil, excepción de una España que se niega a vegetar, asumir su coma y que decide ir al rescate de su memoria a modo de cirujanos y exploradores.
Conde explica sus razones de estar. Su cabeza locuaz esboza un discurso breve y puntual donde Cultura, Historia y Legalidad articulan el problema. Un Patrimonio cultural de todos los españoles, compuesto de documentos elaborados antes del Archivo, ha sido desmantelado desde 2010 sin más razón que la política y sin más lógica que los acuerdos entre partidos. Sé habla de “documentos catalanes” en muy confusa definición y cuyo traslado irregular se organiza desde Cataluña convirtiéndose en juez y parte. La ley habla en contra del expolio pero la dejadez provoca el incumpliendo de la sentencia del Tribunal Constitucional. Nos encontramos pues que Estado es responsable pero no actúa. Entonces he ahí la pregunta: ¿Por qué existimos nosotros, esta Asociación? Para recuperar los documentos, patrimonio de todos los españoles, en una labor que debería hacer el Estado y no hace. Seguiremos nuestro camino, que no es más que es el legal. Frente a la ilógica y la inacción es la hora de la sociedad civil.
Clarito y de memoria como un opositor brillante deja la palabra al periodista Hermann Tertsch para que encuadre las anteriores razones en dos movimientos sinfónicos: definirlo como Causa General justa y coronarlo con una brillante y emotiva metáfora: la Suerte de España, es la Suerte de su archivo, y la suerte de ambas se reflejan en La Suerte de la victoria de Policarpo frente a su enfermedad, pionero de todo esto. El tiempo en la batalla es fundamental ya que es más que probable la destrucción selectiva del archivo, clave para seguir alimentando esa mentira que alimenta el nacionalismo que provocará, en fin último, la destrucción de España.
Aplaudimos desde el fondo, nosotros, los de siempre. Entre los doce de la ponencia y los afines se hace una comunión de voluntades. El movimiento está en marcha, los medios se van y comienza la primera reunión de la Junta. Gracias, Policarpo.