Llegó de nuevo un día de Reflexión. Jornada no respetada desde hace tiempo por aquellos que no saben reflexionar, que sabiéndolo no saben ejercitarlo o que, simplemente, no lo respetan porque el respeto se ahoga en su torpe soberbia. La ruptura del espíritu de esta jornada se inauguró en aquellos días sangrientos de aquel Marzo criminal cuando algunos se dedicaron a desvalijar cadáveres haciendo de su muerte todo un rédito electoral. Y funcionó, claro, ya lo creo que funcionó. Un juego ya sucio se ensució aún más desde un descaro que cambiaría a todo un país.
Desde entonces el juego se ha acelerado: la sociedad española admite con orgullo que está “politizada”, adjetivo que se supone un grado de nivel superior y que considero que, si no es colocada en su punto justo, no es más que otra herramienta más de reducción de la conciencia de la Realidad. Así la politización de la sociedad española ha originado desde el 15M una ruptura necesaria del bipartidismo, el fin de la “democracia 2.5”, donde dos truhanes estatales arrastran al país navegando en la misma dirección apoyados por un tercero periférico. Pero por otro lado la politización crea la ilusión de sobrevalorar el papel de una política nacional cuyas principales fuentes de poder no son sólo suprapoliticas sino supranacionales. Así las políticas económicas vienen de Fondos Monetarios globalistas, las políticas sociales de lobbies internacionales y los propios partidos son deudores de ese cáncer de la economía que son las finanzas, generando una deuda impagable en dinero pero creando servidumbres en su acción. Aún así, el margen de poder político existe, claro, pero es más limitado del que suponemos.
En todo caso, estas elecciones van a suponer algo muy importante en el espíritu nacional español, que va a ser la liberación del voto de conciencia frente a la falacia del voto útil, concepto no sólo inefectivo e inútil sino inmoral. Que a estas alturas el ciudadano español vote “útil”, asustado por miedos y reñido por los listos que se creen Churchill, es una vergüenza. Estamos al borde de todas las quiebras, morales y económicas gracias a esa perversión del voto que, disfrazado de libertad nos ha llevado a la peor de la esclavitud.
Ya no, vayan a votar, o no, quédense en casa, en el campo, vayan a los urnas o ignorenlas, pero hagan lo que hagan que sea sin miedo, responsabilidad y con conciencia libre. Miren, lo más importante de un domingo, de cualquier domingo, es ir a misa y tomar el vermú. No se rían, majetes, que si una cosa ayuda a salvar el Alma, la otra empuja al goce de Vivir. Disfruten el día y no tengan miedo, venga lo que venga, pero hagan lo que crean desde su responsabilidad y conciencia, no de la “utilidad” de los palizas aleccionadores y maleducados que creen poseer algo en que ni siquiera creen: la Verdad. Ya está bien.