La segunda sesión de la serie «House of Cards», narra la historia de un vicepresidente cuyo talento maligno va minando poco a poco a su presidente para terminar quedándose el puesto. Kevin Spacey es el fascinante personaje que nos muestra todos los requisitos para un juego de por sí sucio: psicópata, amoral, superdotado para la política, traidor…cumple así su ambición tras elaborar un meticuloso plan en el tablero político. «Si no te gusta como está ordenado el tablero, muevelo» acostumbra a decir entre una bibliografía de citas maquiavélicas. Frank Underwood no nos habla mucho latín, pero no dudamos de que lo sabe.
El latín es una lengua que está muy viva en esta pandemia de diseño nacional en la que estamos metidos. No salimos del «Lapsus Linguae» y ya nos llega el «Pacta sunt servanda». Casi ipso facto. El vice Iglesias da el jaque así a un presidente que sabe menos latín que su empleado, mayormente porque ya hay hasta dudas de su licenciatura más allá de la tesis demostrada como falsa.
Este gobierno de coalición es cosa de dos césares que se juegan el poder en imagen y radicalismo hacia un ocaso donde enterrarán a todo un pueblo. Lo dijimos desde el principio y sin pandemia: el mayor desgaste de este experimento será a costa de un PSOE que se va a desangrar por todas las puyas que le meta Podemos. Los socialistas no hacen más que bailar al son que marca un partido revolucionario del que van a salir mareados.
Podemos está haciendo impecablemente su partido, que es el de su jefe, con un Iglesias en el poder que no es, ni será nunca, fácil de gestionar. La mezcla de audacia y gestión de la propaganda le hace fuerte desde una posición de segundo.
Los hombres sin más principios que los que forman su proyecto personal tienen una gran amplitud de movimiento. Sánchez e Iglesias, depredadores de un Estado que han hecho suyo, están jugando su partido, que no es de fútbol, sino de tenis.y con granadas.
Hay así una guerra en el gobierno, que no es más que la eterna guerra de la izquierda española cuando, entre su sinsentido estructural, entra en bucle autodestructivo para así llevar a todo un pueblo al límite de la supervivencia. Siempre ha sido así.
En ausencia de un proyecto de todos, las luchas de poder ciegan todo el escenario con consecuencias para todo un pueblo que sigue aplaudiendo en los balcones y sale acojonao a las plazas haciendo el canelo con la mascarilla. Si mañana les dicen que vayan vestidos de Joker porque Herr Simón lo dice, lo harán de buen gusto. Obedientes que, por lo menos recibirán las órdenes las recibirán en latín, que aunque no las entiendan, dan un toque chic.