Ayer fue el día del libro, como nos dedicamos a recordar desde primeras horas del día. Jornada preciosa y cervantina con vocación prometedora que, como suele pasar, fue interrumpida antes de llegar al afternoon. Sucedió, como todos ustedes saben, cuando la propaganda oficial, inauguraba informativos con carácter de urgencia con la noticia de unas supuestas balas amenazantes.
Por supuesto, el alcance de la noticia no era simplemente la amenaza, sino la interpretación interesada de las palabras de la candidata de VOX que, condenando la violencia por supuesto, indicaba que, como la mayoría de los ciudadanos, no daba crédito a la palabra de Pablo Iglesias. Opinión de la señora Monasterio que, no es ni mejor, ni peor, ni más extravagante de la que tenemos gran parte de la población cuando se trata de poner en valor la palabra de sujetos que, no sólo no han condenado la violencia de extrema izquierda sino que la avalan. De individuos que no sólo callaron ayer ante la violencia etarra, sino que hoy, ante lo que recientemente pasó en Vallecas, lo justificaron. Porque, desde el punto de vista marxista, las violencias se dividen entre estructurales o necesarias. Las suyas son las últimas, claro. Punto de vista que nos parece enfermizo y sirve para manipular el juego a su antojo. Maxime cuando Iglesias, Don Pablo, gestiona la «verdad» a su capricho que nos provoca, inevitablemente, la desconfianza.
Como siempre, Don Pablo, escenificó muy bien su papel en el teatrillo de la SER. Y es que por mucho que Tezanos haga cabriolas con las estadísticas, la verdad es que la izquierda pierde. Y más que la izquierda, Podemos. No sólo ocultó su responsabilidad en la gestión de las residencias de ancianos, sino que se escapó del resto de debates de campaña. Operación redonda.
Esperábamos juego sucio en estas elecciones tan fundamentales, pero el más bajo es negarse al debate entre iguales, levantarse de la mesa y tirarse al monte, radicalizando el debate y de ahí, la convivencia. Si patética fue la espantada, no fue menos el seguidismo del resto de los participantes y la complicidad de la presentadora que, lejos de ser árbitro moderador, se convirtió en juez y parte. Las balas, sean de cetme o de juguete, no se pueden canjear por votos bajo una supuesta amenaza que va más allá del supuesto autor de las misivas. La gestión de las balas ayer, se ha hecho para olvidar el debate, olvidar mensajes políticos y hacer una política sucia de eslogan y caza a un adversario al que se llama enemigo. Nada nuevo, no nos engañemos. Veíamos que iba a ser así y queda mucho para el 4 de mayo.