Llegó por fin el día después. Y llegó tras un mes larguísimo de tormentas y cambios de tiempo, de broncas y polaridades, de balas de juguete y amenazas de verdad. Llegó el día después dejando un rostro de mayo, de mujer clásica con mejillas sonrosadas y melena perturbadora. Díaz Ayuso, doña Isabel, no sólo ha ganado las elecciones, sino que ha ganado cualquier tipo de primarias para encabezar su partido a nivel nacional.
Triunfo incontestable que define dos capacidades: la de resistencia y la de aprendizaje. Diaz Ayuso ha pasado de ser caperucita, en aquella encerrona fatal con el lobo Sanchez, aprendiendo así a gestionar distancias, como la resistencia a campañas de juegos tronados de matones con el envite de los Iglesias. Isabel ha aguantado el fortín de su comunidad frente a enemigos de dentro y de fuera y así, se ha ganado a buena parte del pueblo. Manifesté siempre mi agrado por Isabel, así como simpatía por mi alcalde. Excepciones de ese partido decepcionante,cuyos triunfos son bastones donde se apoya un líder nacional que sigue sin hacer pie. Ayuso y Almeida pueden ser las puntas de lanza para hacer Patria en un Estado casi fallido. No Patria en sentido palurdo, sino metafísico. Para ello tendrán que hacer algo más que el programa económico necesario y que siempre salva a su partido por la quiebra heredada. Ese «algo más», que implica la batalla cultural con todo lo que implica, será la diferencia entre tirar una tierra al ocaso de un globalismo difuso, o bien pertenecer fiel a la concreción de las familias españolas y su seguridad.
Isabel, enhorabuena y mi abrazo total. Me gustaría haberte votado, pero no es el momento. Cuando llegues arriba, y hayas hecho de Madrid y de tu partido lo que esperamos, ya hablaremos. En todo caso, hoy es una grandísima oportunidad para hacer valer lo que verdaderamente tú quieres. Para dentro y para fuera. No hay primarias más grandes que esta gran Victoria. Un beso y adelante.