De entre las grandes oportunidades que nos otorga esta época de crisis, la más importante es el descubrimiento y celebración de las Fiestas de “toda la vida”. Tras décadas de trance amodorrado, ahogado por la repetición de actos sin más emoción que la gimnástica rutina, he aquí que por fin se va entendiendo el qué y por qué celebraban lo que celebraban nuestros mayores.
Cierto es que este amanecer, todavía leve alba tímido, apenas es visible para pupilas con dioptrías de pureza y rabia, mezcla singular que forja una forma de ver que enlaza con el horizonte de los tiempos. Y es que, desde los domingos a las fiestas de guardar, toda la cosmovisión católica ha quedado sofocada desde la rutina interior y el odio exterior siendo sustituida por liberales de 24h/7dias abierto, cambiadas por tecnócratas en ‘días de la ONU’, aprovechadas por listos en bacanales con excusa de nombre de Santo, gestionadas, en fin, por políticos posmodernos que inventan fiestas de tierras míticas… hasta crear una nada que cubre todo.
Es el caso de la jornada de hoy, en sí misma reacciona contra esta inercia del presente absoluto en todos los frentes: es Santo, Apóstol y Patrón de nada menos que de España. Todo en la fecha está lleno de palabras malditas que ataca al presente moderno, destilando una ofensiva innegociable a todo lo que nos educa esta matrix obscena. Un día de julio ardiente que une el catolicismo a España resumido en grito histórico de ejércitos en Reconquista: «Santiago y cierra, España».
Todo esto estará desterrado al olvido por esa Memoria de diseño criminal. La Reconquista, ya saben, «la insidiosa reconquista» que dijo el multimillonario prohombre en conferencia en tiempos de revisión, la Cruzada primera, tan vilipendiada hasta por afamados intelectuales que dictan cátedras de vanidad; la Reconquista domesticada hasta por museos infames, como eso que han puesto en las Navas de Tolosa cuya lectura de los rótulos conduce, por lo menos, a la náusea. Pues sí, esa Cruzada primera a la que invocada, por el Apóstol, no solo nos ha hecho sobrevivir sino llegar hasta aquí.
Pero esto, como digo, no se sabe en esta nuevo diseño donde las fiestas con nombres de Santo se han convertido en orgías cuyas procesiones son suspendidas o cubiertas de blasfemias, en una tierra subvertida y desmoralizada donde las crisis se siguen explicando cómo meramente económicas por marxistas de izquierda y derecha – mucho mas tóxicos estos últimos por ignorantes y traidores – si, en fin, la figura del Apóstol Santiago, se reduce solo un viaje de relax y no de búsqueda donde la trascendencia se “inmane” en cuatro fotos que nunca busca la transformación.
Como empecé, bajo ese contraste de mantas cubiertas de polvo rancio de ideología con que se ensucia la realidad, hoy hay que ver otra Reconquista, la de cada español que quiere serlo y no deja que le roben su alma y la de su pueblo con seducciones falsas. Es ahora, la etapa de la Reconquista de lo que somos, una guerra interna que debe concluir en convertirnos simplemente nosotros mismos. A eso nos ponemos bajo la protección de Santiago Apóstol.
¡Santiago y Cierra, España!