Nos conocimos un junio
tras un intenso romance
cuando, siendo parte tuya,
me arrancaron a mirarte.
Yo estaba ya muy completo,
sintiéndote en cada parte,
pensando tus pensamientos
sin ansias de apresurarme.
Sujeto en tu corazón
me cobijaba en tu talle,
sofocado en tus sofocos
soñándonos en un trance.
Como nómadas queridos
como siameses amantes
sin más ley que los momentos
que hacían sentido y arte.
Pero la vida y sus códigos
exigían presentarse
y un tictac de contracciones
alertó legión de ángeles.
Mientras rompían las aguas,
yo casi lloraba en sangre
de rabia con que sellar
un Valle con firma errante.
Y ahora te mando metáforas,
para intentar expresarte
que mi más leal reflejo
es tu mirada de madre.