Un mito sobrevive como un fantasma caduco con mala salud de hierro: que la lucha política consiste en una pugna de fachas y rojos. Con sus variantes colorines, claro, pero el tema está fijado en esos vértices dogmáticos. En el mundo ese mito se acabó oficialmente en el 89 del siglo pasado cuandola guerra fría se calentó. En España fue antes, en el 78 y bajo pacto de familias aunque, paradójicamente nuestro querido pueblo, se dará cuenta más tarde que el resto de tal obviedad. Si se da alguna vez. Cositas nuestras, que de la costumbre hemos hecho tontuna.
Los fachas y rojos son momias, títeres que agitan los trileros VIP para despistar a una masa infantiloide y corta. La guerra va más allá y la juegan dos frentes en clara descompensación: globalistas posmodernos (que son la inmensa mayoría, aunque unos lo saben y otros no), y los patriotas (reaccionarios, aunque no guste la palabra). Y en esas dualidades vemos con mucha pena y más hastío las conclusiones compartidas de las elecciones de ayer. El circo de la democracia 3.0 sigue con su propaganda. El supuesto cambio, que se supone tremendisimo, se vende provocando una ilusión de color sepia que asusta pensar que todavía surta efecto en alguna mente compatriota. Recordamos al Gatopardo decir que «tiene que cambiar todo para que todo siga igual». Y eso es tan cierto en Sicilia como en Andalucía, ya saben, los sures. Pena todo, pero más pena, verde que te quiero verde, es que la única mínima posibilidad de hacer algo, es una organización… que no cree en sí mismo. Y cae, y si no cambia, caerá más.
Porque lo de VOX hace tiempo que empieza a no merecer la pena. Quizá desde, por poner una fecha, cuando aplaudieron a Zelenski en el parlamento haciendo una bajada de pantalones total. Quizá metiendo a la mejor parlamentaria nacional a unas elecciones empadronada a la fuerza. Quizá…muchas cosas.
Miren, lo hemos dicho por activa y por pasiva: VOX tiene el copyright de ser el único partido patriota del arco parlamentario. Y esa semilla exclusiva crecerá con el tiempo, siempre. Siempre, claro está, que no lo jodan, con perdón. VOX ni debe negociar con nadie ni debe pactar migajas,ni por supuesto aplaudir a vividores que atacan a empresas españolas. Porque defienden algo incompatible con el resto de partidos, en resumen: la oposición a la Agenda 2030. A ver si lo vemos, para eso les hemos votado y si no se oponen a eso, no nos valen. Punto.
Errores, errores y más errores provocados porque, en el fondo, ni creen en sí mismos ni en su misión: ni aplausos a presidentes corruptos ni guiños al PP. ¡Por favor! Lo siento total. Espero que estas elecciones lamentables sirvan para algo y que se sienten, porque de seguir así terminan como Cs.