Los insultos a Vinicius resuenan con eco electoral este mayo que marcea. «Somos racistas», «el pueblo es xenófobo», se destila en frases cuya simpleza haría avergonzar a una población sería. Miren, apenas ayer veíamos silenciar los insultos de un pueblo hacia sí mismo, en la copa del Rey. Los silbidos al himno no sólo fueron silenciados por las meretrices mediáticas sino que fueron blanqueados por el supuesto «hermanamiento» de las aficiones, lo cual es rotundamente falso.

Aquí el tema, es que ante una violencia de tíos embrutecidos, de fútbol mayormente y lo que implica, el altavoz mediático hace una gestión política, dictando sentencia a su antojo. «Aquí son los malos, allá somos hermanos «, «aquí libertad de opinión, allá tolerancia cero». Si nos ponemos delicados con los pitidos, sean coherentes y lleven la crítica en justicia, denuncien con rigor y si no, no mientan.

Ni el público «che» es racista, (esto solo le pasa a Vinicius, por chulo, no a Camavinga) ni el Osasuna es tan simpático. El fútbol es lo más manipulable que hay, empezando por el VAR, y en esta democracia, el espectáculo ha sido la mayor herramienta propagandista para gestionar la manifestación espontánea de cada agenda.

Lo que es ridículo es que nos llamen tontos y que ahora, en época electoral, se amplíe y codifique el mensaje siempre de forma tendenciosa hacia la misma dirección. Hartos.

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