Febrero se adelanta para ser el mes oficial de saldo en España. Comenzó ayer por la tarde, invadiendo enero y sacará un día más al calendario. La providencia civil y con minuscula hace grande a un mes que requiere negociar para la rúbrica definitiva del fin del Estado. Con unas elecciones gallegas acompañadas de carnaval serán tragedias equivalentes para contener un espacio que hará esperpento de la realidad patria.

El chupinazo se inauguró ayer en hora taurina por los amigos de «Junts» cuando, con morrito Puigdemont cantaban la nota del «no mayor» ante la geta de un Sánchez que sesteaba en su sillón azul. Saben que el presidente puede dar más y lo dará, sin que se lo impida Europa. Y puede dar más porque la constitución del sistema se lo permite. Un juez García Castellón es el único bastión que dilata, no ya la liquidación de España que está muerta desde hace 50 años, sino su vergüenza.

Lo que ahora está en juego es la humillación definitiva, (aunque nunca se sabe cuánto es definitivo en este Estado): se amnistía el terrorismo y la alta traición. Con un par. La firma de Amnistía Integral supone el protagonismo de un Estado que será pionero para su autodestrucción desde «la ley a la ley».¿Les suena? No es nuevo, claro. La asfixia de un organismo provoca consecuencias, y ese organismo se llama España y cuya muerte afecta a todos sus componentes aunque no lo quieran ver.

La necrofilia se disecciona hasta el límite, esperando sacar una última pepita de oro. Junts sabe que es su momento, lo sabemos todos y pueden hacerlo.Febrero puede ser el mayor esperpento, y encima bisiesto. No se lo pierdan.

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