El tribunal de Estrasburgo falla que la “inacción climática, va contra los derechos humanos”. Falta poco para el 2030 y sus objetivos se fuerzan cada vez más hasta que su amparo se hace por ley, sentencias, hasta que se incluyan dentro del ordenamiento constitucional de cada Estado.
Entre sus dogmas, el del clima y su cambio, está ya asumido desde el ciudadano de turno hasta un organismo tan importante como es la iglesia católica, como leímos tristemente en la encíclica “Laudato si”. El hecho de que el cambio climático obedezca a una acción humana es un dogma totalmente asumido por un personal que dice no creer en dogma alguno pero que es puritano, ignorante y comisario (chivato, mayormente). Además en España es “culturalmente católico”, lo que quiere decir que no lee las encíclicas y que le da por llorar en las procesiones sin creer en Dios.
Esta sentencia tiene miga, porque a partir de ahora se da vía libre a la ideología del clima y lo que implica: embalses destrozados, campo nacional quebrado, ganadería inexistente, coche eléctrico inútil, ciudades de paseo y medio, dieta de carne de mosquitos y veganos a cuenta de Bill Gates.Todo esto, naturalmente, será aceptado por la mayoría de nuestros compatriotas que, con gesto engolado, nos afeará nuestra opinión diciendo algo así como “¿No ves que hace más calor, fascista? ¡Y es culpa tuya!”
Ese es el tipo de razonamiento de estas mentes tan débiles como infantiles. Desde la justificación del asesinato del feto hasta el clima, pasando por el famoso “género”, han modelado una mente standar para tontos. No hay más fanático que un corto de mente, lo cual nos produce pavor.
Porque en el fondo, el tema no es el clima ni el género ni demás chorradas, el asunto va más allá: estamos “disfrutando” del experimento social de la degeneración mental humana, es decir, de su perversión asumida. Sigan mi consejo, respiren hondo y no se dejen seducir por los gilis. Esto va muy rápido y al final, como siempre, el que resiste gana.