Se acaba un mayo nublado, un mayo “marceado” que cede el relevo de su astenia a la eterna jaqueca española. Jaqueca que viene de jaque, de jaque mate a un sistema depresivo que busca desesperadamente la extrema unción.
Y es que ya estamos de vuelta, muy de vuelta de todo, vuelta de tuercas gastadas en una rosca que ni aprieta ni sujeta.
El Finale de mayo vendrá con un par de mociones sin más emociones que una rabia almacenada de décadas que cristalizan en un mes. Década que comenzó en 2011 con una mayoría absoluta con vocación de reforma e ilusión para un país quebrado desde el 11M. Década que, apelando ingenua a la reforma, resultó la más aciaga, traidora, cómplice e inútil que propiciará la puntilla para este último episodio nacional.
Ahora unos españolitos claman venganza, otros rezan al Ibex, los creyentes de utopías lloran ante pancartas, gimen los desengañados de años marianos, persisten (y estos son los peores) los portavoces del eterno voto útil.
En fin, la entrañable fauna Ibérica danza como siempre: entusiasta entre la nada y el vacío y sin enterarse de nada. Sin advertir el séptimo sello que señala con cruces que cambian de color, adoran banderas de constelación e ignoran un limbo de overbooking de almas no deseadas por la estirpe de Caín.
Buenas noches. Sleep tight.