En fin, muchos análisis se han hecho de estos acontecimientos desde el mundanal ruido y sus medios seculares. Desde la primera versión liberal-becaria-cortoplacista que veía a Francisco uniendo a la (supuesta) derecha Wojtyla con la izquierda progre de Roncalli, hasta el reconocimiento humanista de tres grandes hombres del siglo XX, pasando por – y esta nos parece la gran clave – la canonización de facto del Concilio.
Esto último nos parece más ajustado. Tres prohombres de la nueva-forma-de-hacer-iglesia son reafirmados y con ellos toda una forma de hacer (y ver) las cosas. Reconocidos en la ecuación: Juan+Pablo= Juan Pablo (IyII) se fragua una época nacida tras un Concilio inventado por Roncalli que, con pretensiones pastorales y sin dogmas divinos, quedó blindado al mundo desde ese otro dogma invisible, italianísimo, clausula sutil pero de hierro llamado «aggiornamiento».
El viraje ha sido tan fuerte que si hubiera un católico vivo con 200 años seguro que no saldría de su asombro. Como será que tuvimos al gran e inolvidable, y cada vez mas importante Ratzingercada dos días, hablando de eso de la «hermenéutica de la continuidad»mientras en su pontificado apagaba fuegos a golpe de erudición, aviso y verso para hacer frente a todo el percal que querían quitar hasta las llaves a San Pedro.
Y todo esto, en el marco casi escandaloso de un Sínodo de la familia de nefastas ruedas de prensa, ambigüedades que hablan de valores desordenados, relatios corregidos, Kasperes intrigantes, Burkes expulsados, rebeliones africanas, traductores-traditores y, en fin, en fin, tantas movidas que ha dado tanto que hablar en los países con tradición católica – en España, nada, claro – . Al final el Papa ha tenido que intervenir casi como Pablo VI en su Nota para apaciguar los temas y un aplauso ha bañado católicamente el caos y hasta la próxima.
En todo caso, en este día caluroso de San Juan Pablo II mando una oración recordando, como quien no quiere la cosa, que estamos en este año de aniversario de la muerte de San Pio X, para que no se nos olvide, vaya.
Con perdón.