Nos dicen los medios que Ternera ha sido detenido. Hacía mucho que no nos llegaban este tipo de noticias. Normalmente se abrían con amplios titulares en primera fila de actualidad revestida de éxito subrayando la fantástica cooperación internacional con Francia sin ahorro de honores a los cuerpos de seguridad. Todo presentado por políticos de plasma, protocolo y seriedad que, por supuesto, casualidades del tiempo, llegaba en fechas de ajuste perfecto a la agenda política. Sí, hemos visto noticias así en estas últimas décadas y, por supuesto, nos alegraban. ¡Cómo no nos va a alegrar la detención del malo por los buenos! síntesis inmediata que de la vista pasa a un corazón ingenuo, malherido y cansado de ir más allá.
Hemos visto mucho, si, demasiado.Y sucede que a medida que uno va llevando tiempo en la vida, va entendiendo más el mundo y lo más importante, va comprendiendo a su Patria y cómo funciona, va desconfiando de todo. Así las alegrías mediáticas ya van produciendo un rictus de sospecha e ironía. Porque a estas alturas de la película ya sabemos que hay un terreno, cada vez más amplio, que se nos escapa. La buena noticia es que ahora, por lo menos, sabemos que dicho terreno existe, y antes, o no lo sabíamos o no lo dábamos importancia. O nos fiábamos, claro. Pero ya no.
Miren, la Patria, idea familiar que viene de Padres, ha sido suplantada por ese artefacto sumamente sospechoso que es el Estado. Palabra que, en principio, no es mala según como se apellide y cómo se califique, pero que puede ser ciertamente nocivo si atiende a un origen sin Padres y cuya emancipación tiende a fundarse en la mentira. El Estado español – más Estado que español por “plurinacional” como así lo repiten los dirigentes del mismo obviando España – si algo ha demostrado en estos últimos 50 años, es que miente. Se dirá que siempre ha sido así, que el Poder tiene un mecanismo invisible que sólo se plasma mediáticamente en unos resultados edulcorados, convenientemente maquillados por esos instrumentos de propaganda llamados medios de comunicación. Y tendremos que convenir que así es, pero con una diferencia, que asumíamos que los resultados del Poder podrían ser buenos para el bien común. Por supuesto no tendremos nunca acceso a lo que se hace y cómo se hace desde áticos o alcantarillas pero, como dicen las escrituras “por sus obras los conoceréis “. Y a partir de esas obras es como vamos conociendo al Estado y no nos gusta.
Ternera, de Juana y muchos más terroristas estaban oficialmente en busca y captura pero realmente muy localizados. Y desde hace tiempo aunque, de vez en cuando, parece que se rompe el pacto y aparece la presa. Ternera aparece en el mejor momento en que puede aparecer. Si la legislatura ZP se inauguró legitimando a ETA como interlocutor y la del PP haciendo la cobertura cobarde la del Doctor Sánchez puede ser la de la Amnistía. Interlocución, Cobertura y Amnistía que, desde luego no son inventos socialistas pues todos vienen concebidos, generados y paridos desde una dialéctica conjunta y corresponsable con los poderes del Estado de uno y otro signo, como se ha visto en estos años.
El capítulo ahora no puede ser más interesante en su drama: a los golpistas catalanes se unen los vascos. Y el relato será el siguiente: si votar no es delito, dejar de matar… mucho menos. Esta frase, que es un atentado a la inteligencia, a la dignidad y a cualquier tipo de moral será asumida por un Poder político que intoxicará a un pueblo ya de por sí intoxicado. Vendrá entonces la penúltima Amnistía, encubierta o descarada, pero todos sabemos que vendrá. Encima el chico nos viene con cáncer, coartada perfecta para hacerle “un Bolinaga” y se acabó.
Los que no volverán son todas las víctimas del Poder: los miles de asesinados, mutilados, exiliados y casos sin resolver en este crimen de lesa humanidad que supone el genocidio de los españoles con permiso de su Estado. Así como el embrutecimiento de sectores de población al que el tema ya les da igual porque están ocupados en asediar a mujeres embarazadas por “fachas” y que aceptaron el germen de un odio al que se ha dado carta blanca desde un Estado traidor diseñado para demoler una Patria en beneficio de un Poder indigno.