«Cuando estuvimos con ella en julio en Toulouse nos dijo que su vida aquí realmente no tenía sentido: «Las aglomeraciones y todo este sistema vuestro es tan distinto y se aparta tanto de lo que es la realidad, de lo que yo vivo día a día…»
Juan Antonio Sancho, recuerda así las palabras de su hermana Blanca Nieves el pasado verano en Toulouse. Fue el último viaje a Europa de esta misionera de la orden de las Hijas de Jesús de Massac. Burgalesa de Avellanosa de Muño, mesetaria de vocación temprana, ingresó en dicha orden a los 12 años para convertirse en Sor Inés. Tras su paso por el orfanato de Toulouse y combatir la pobreza del barrio murciano de San Basilio, decidió irse de misión a la República Centroafricana durante un cuarto de siglo habitando, como sucede en las barriadas periféricas del planeta, en constante guerra y miseria.
Sor Inés ha aparecido degollada hace unos días de camino a casa, tras recibir la Eucaristía y comer con su gente. Leemos en boca de una sobrinas que «Era muy pequeñita, muy delgada, un saco de huesos y piel, pero tenía mucha energía y mucho arranque» «Esperabas que algún día te llamaran y te dijeran había muerto de malaria porque cada vez que venía estaba con fiebre. Pero nunca de esta forma tan cruel. Una persona que ha dado toda su vida allí…».
Leemos esto, digo, en los escasos periódicos que se ocupan de tal tragedia en un espacio muy esquinado e invisible por esa otra «realidad» que, en exceso de columnas y en negrita, va eclipsando la vida en su propio guión. Siempre pasa lo mismo, los mártires no tienen sitio protagonista en un mundo que elige a sus propias estrellas y a sus secundarios, dicta el argumento y distrae a una audiencia con su debate amañado. Pero, si somos curiosos nos encontramos con testimonios como el de Inés cuando, como si no quiere la cosa, dice que este sistema nuestro se aparta de la realidad.
Sistema y Realidad son las dos piezas de la ecuación vital, con su factor constante y variable. El Sistema es la lupa, anteojo, gafa o ceguera desde donde se atisba lo Real, palabra sacra e inaccesible en su totalidad en esta existencia. No podemos ver toda la Realidad pero sí podemos intentar ser consciente de la misma. El juego entre el Sistema y la Realidad puede dar a luz al Sentido. Inés sabía bien que eso es imposible aquí, en este lado del purgatorio, porque lo Real está oculto por un Sistema hecho para esconderlo. Aquí, querida Ines, bien sabías que no hay Sentido porque, entre otras cosas, hemos dejado de buscarlo. El Sentido se ha falsificado con el mito de una felicidad cuya idea es la mayor causa de depresión en occidente. Se busca entre libros de autoayuda – esa literatura para mentes débiles- terapias new age, modas, narcóticos…y demás formas de evasión. La Realidad no sólo de los necesitados, sino la nuestra propia que nos nace salir al mundo disfrazados para no reconocernos.
No me extraña que no quisieras estar aquí después de haber tenido el don de haber sido capaz de lanzarte a Lo Real y hacer de ello un Sentido con tu vida. No estoy triste de tu fallecimiento, no. Tengo envidia insana, muy insana -eso de «envidia sana», aparte de que no existe es eufemismo hipócrita que implica una carencia-. Y la tengo porque admiro a los héroes y a los santos, a los espíritus que salvan su Alma en vida desde una lucidez y una bondad vocacional. Estoy orgulloso de tí y de tantos anónimos que mueren invisibles en un mundo que sólo valora cadáveres en vida, estén muertos o no. Te rezo con fuerza y alegría para pedirte que intercedas por nosotros y que tu semilla fecunde en este estercolero sin sentido ninguno.
Gracias, Inés, Maria Nieves. DEP