Para descansar del curso político, no se me ocurrió otra cosa que leer, este largo y cálido verano, la trilogía «House of cards». Obra que se ha hecho muy popular en una serie protagonizada por el gran Kevin Spacey. Serie que tengo pendiente de ver y que, basándose en dicha trilogía, se desarrolla en la política americana. Pero es en el ámbito británico donde nos mueve la prosa ácida del autor: Michael Dobbs, ex jefe de gabinete de Maggie Thatcher. De la trilogía nos quedamos con las dos primeras partes: la que da título a la obra, que podíamos traducir como «casa de naipes o de juegos», y la más floja pero muy interesante «jaque al rey». La tercera «the final cut», baja mucho el nivel de una obra que va de más a menos. La BBC hizo una serie muy buena en los 90 que está disponible en YouTube.
Me relajaban estos libros porque, tras el amago de desintoxicación en esta época de sobredosis de política nacional, me encontraba aquí, las dosis noveladas, digeribles, incluso digestivas para entenderlo. Una realidad, en fin, reflejada ante el espejo de los rayos X de la palabra.
El libro comienza con la victoria del partido conservador por una mayoría simple que parece ser suficiente para el candidato y su equipo, pero se devela preocupante para su partido cuyo aparato y consejo de ministros ven resquicios individuales para alcanzar el poder. Desde ese punto de partida se desencadenan una serie de boicots «desde dentro» que irán allanando camino hacia la destitución del primer ministro. El intrigante protagonista, el menos sospechoso de la traición, irá utilizando una amplia gama de resortes del poder: desde las filtraciones de documentos, utilización de la prensa como fuerza de propaganda, falsificación de sondeos de opinión, chantajes personales, gestión de escándalos y uso de una oposición que utiliza a su antojo. Todo un manual para entender cómo funciona el poder en una democracia occidental, mucho más esclarecedor como es la cloaca británica, ese sistema que solo mitifican la periferias acomplejadas como es la española.
El segundo tomo toca el interesante punto de la monarquía parlamentaria y el papel títere de un rey moderno bajo los criterios del primer ministro, la cámara de los Lores y el «otro lado» de los Comunes.
Asi, en ficción muy real, nos encontramos con todo un manual práctico lleno de ejemplos asombrosamente actuales en cualquier país, pues las democracias siempre funcionan igual, sobre todo en su factor corrupto. La virtud tiene mucho más originalidad por inédita que una corrupción congénita que hoy, cada vez más, se puede explicar con patrones estándares y globales. Podrán ver muchos paralelismos con la demolición interna del PP en España en esta década, con su decadencia desde el trabajo interno, y de la dificultad del papel de un rey y sus diferentes roles. En el libro, sin embargo, el monarca tiene criterio propio y digno, punto que nos separa de la realidad.
En todo caso, viene bien para saber que no somos tan «diferent», y que, como siempre, el arte supera a la naturaleza. Cheers.