Cae la lluvia de repente en chaparrones que hacen volar a las nuevas palomas que nos visitan el barrio. Lolitas de punta en blanco que aparecen angelicales y con carmín desde la boca del metro para soñarse una noche que son modelos. Serrano se fusiona así en mi memoria con la Via Vittorio Veneto de la “Dolce vita” y el Nueva York de “Desayuno con diamantes”.
La moda, que ahora se llama fashion es una herramienta de la modernidad para crear mitos, hoy que ya no creemos en otra cosa. Las calles eran un ensayo de pasarela esta semana, con sus posters de mujeres imposibles y hombres ambiguos posando inmanentes. Pasarela en consonancia simétrica con la de Recoletos que mostraba portadas de celebrities que mercaban toda una época hueca vestida de glamour.
Pero el dios de la lluvia ha venido espantar el paseo y nos arroja de tienda en tienda entre la marea de perfumes veloces. Allí, falsas posadas, nos espera una copita de champán o un coparro de gin-tonic on the rocks manufacturado de la manera más surrealista con esa otra moda cargante de los cocktails, heredera de la cocina moderna.
El personal es una mezcla de adolescentes excitados, famosillas maduras que se dejan observar, guardias de seguridad que marcan músculo y prohombres que miran con el ceño fruncido. Todo esto dividido por «géneros», of course, en esa distribución de la especie desde su nueva configuración posmo. Es un desfile rápido entre paraguas, globos, gritos de emoción y selfies. En una esquina aparte veo que se inaugura una frutería, aprovechando el tirón, rodeada por un cordón púrpura de protocolo de estado. Un coche se acerca mucho y casi atrapa a una rubia efervescente. El marido acentúa la clase para abroncar, “vete a tu barrio”, resume la primera dama.
Salamanca, uno de los Barrios con mas mitología en provincias, «los de fuera se creen que aquí somos todos marqueses, no te jode», me decía un anfitrión apenas llegué de mi isla – que precisamente era marqués – . Hay tantos madriles en Madrid como salamancas en Salamanca, en este puzle de contrastes de la capital.
Así para quitarme el gusto del champan y del perfume giro a proa donde el Barrio se tranquiliza en tascas y las hembras parecen de verdad. Me pido unos callos y un vino entre vecinos de tinto diario y supervivientes de la movida. Dentro están jugando al tute y la tele dice algo de lo de Escocia.
Y llegan las doce como si nada, la lluvia ha dejado de caer y calle abajo me guía el sonido de las cenicientas que retumban sus tacones en el empedrado. A media calle la tribu se divide el destino: unas hacia el limbo de la boca del metro hacia casa y soñar la noche, otras al purgatorio púrpura de la posada de las ánimas y matar el día.
Me encanta la crónica que realizas, al glamour de falsa estética con la vetusta solidez de los callos y el tinto. la maravilla de este mundo nuestro donde se codean muñecas de silicona con cuernos ensangrentados de toro y politicastros de papel glacé. Es un placer leerte, gracias.
A ti siempre,amiga.