Desde las últimas décadas, España se ha convertido en una guerra de barcos al que se cita con caracteres alfanuméricos. Así salimos del código 28M para citarnos de nuevo en la puerta 23J. Desde luego, no hace falta ser un visionario para darse cuenta del juego laberíntico en que se ha convertido la llamada pomposamente «democracia española».
Un juego de barcos errantes que se disfrazan de una oca navegando su juego en lago circular y que solo se sostiene vendiendo ilusiones gastadas a modo de ola artificial. Así en cada casilla anunciante se nos apasiona un pueblo ludópata-por-hastío del tipo «a ver qué sale ahí», «a ver si hemos apostado bien», «a ver qué regalo nos muestra la nueva fecha»… sin querer ver que todos los regalos son iguales y vienen en cartón usado, desde hace muchos lustros.
Esto, por supuesto, no lo sabíamos el siglo pasado. En el siglo XX porque éramos muy jóvenes, muy tontitos, en un siglo de la destrucción total al que en su último tercio le han echado unas gotas de LSD para tenernos a todos flipando paraísos artificiales jugando con serpientes. Ahora, a estas alturas, hay que estar transmutado del todo o deconstruido irreversible, para no ver el truco de las casillas. Y el problema no es que no se vea, es que no conviene verlo o, lo que es más grave, que verlo o no sea totalmente indiferente.
Cuando juegas forzado a un juego que no controlas las instrucciones, te obligan a jugar, mayormente porque tú has ayudado a crearlo y no puedes dejar de jugarlo. Frente a lo expuesto, siempre vendrá alguien, como ciego progre veteratestamentario, a recriminarte el que uno es libre para no jugar si no le gusta. Explicación de esos ignorantes, que pueden ser malvados, que no entienden que la implicación en el juego no se deshace mirando para otro lado, que es lo que quieren. No se puede obviar el juego como no se puede ignorar la Matrix que lo engloba, tsunami que tiene un nombre: Globalismo. Concepto que abarca no sólo una mera fecha sino toda una época: agenda 2030. Ese será el Juego del siglo XXI, aquel que en un tablero de barro nos arrastraremos como nos dejen y todas estas fechas serán ilusiones de oportunidades perdidas.