De mi castillo a este espacio hay un monte antiguo, refinado en zona urbanística y bautizado como Parquesol. Hice muchas veces este camino cuando solo era monte salvaje en la ciudad, en viaje emocionante a un estadio entonces llamado de «la pulmonía» donde se sufría a bajo cero viendo a héroes blanquivioletas. He llegado caminando entre el bosque, monasterios del Prado, recordando viejos tiempos, quien lo diría, en un caminar de fútbol adolescente hacia al presente imperfecto de una ópera política.
Hay policía a caballo, furgones y parejas custodias de azul en este viernes especial. Se avecina un finde caliente en esta fría Meseta, preludio de años recalentados para España. Se celebra aquí un congreso con actuaciones de los líderes del momento para forzar abrazos en público e investir a un nuevo mesías europeo que genere ilusiones rotas.
Es solo el principio y ya vemos la actitud. La economía como eterno discurso cerrado en sí mismo para presentarse en Europa
Pero, como todo el mundo sabe menos los portavoces de la cosa, este congreso de unión nacional se define más por el silencio. A un coro de voces ausentes de la historia del partido por diferentes razones, se une esa nueva e incómoda «Vox de la conciencia» -formada por gente de este partido – que cada vez retumba más su eco en los sensibles y maltratados oídos del votante de derechas.
Una tercera voz, curiosamente, se une a este silencio inaudito. El polémico Citizen Kane hispano ha sido retirado al silencio de oro con cláusula de desaparición hasta nuevas elecciones. Raro, raro.
Entre tanto mutismo aparece esta mañana de viernes una algarabía tecnócrata, pragmática que canta mantras económicos. Griterío anti-crisis que parece ocupar todo un discurso y pretende generar ideología. Lo gesticula Floriano con gestos aprendidos que quieren ser convincentes mientras expone la agenda del finde. A su lado está la sonrisa postiza de Pons y el gesto nervioso de Arenas que asienten sin mucha chispa. Inmediatamente la primera pregunta rompe el optimismo al recordar el problema de las víctimas. El gesto se tuerce para reafirmar la no negociación hasta que saluda de repente para dar por finalizado la improvisada rueda de prensa.
Es solo el principio y ya vemos la actitud. La economía como eterno discurso cerrado en sí mismo para presentarse en Europa, revestir la unidad del partido y reforzar la exclusividad de patrimonializar el discurso del electorado liberal-conservador.
Tras ver las magníficas instalaciones volvemos por diversos stands y una melancólica pared recordatorio de fotos antiguas nos observan para llevarnos a otras épocas. La primera que veo, vaya, es la de un Gregorio Ordóñez joven, profundo, idealista.Siguen tres bigotes de Aznar que perfilan una sonrisa forzada, Fraga como padrino, jefe de todos.
Hoy es solo la presentación y por la tarde nos citan a sacar fotos al gran jefe. Le precede Cospedal en sonrisa rosa, los jóvenes minimalistas vascongados y la chica que finiquitará el PP en Cataluña. Me fijo en todos y veo que tienen en común la estética posmoderna y guay. Mucha imagen, demasiadas bellezas y sonrisa simétricas que arrinconan a ese PP antiguo, feo y bravo de tantas lágrimas y lucha que sale en alguna foto en sepia en la pared.
Me fijo en todos y veo que tienen en común la estética posmoderna y guay. Mucha imagen, demasiadas bellezas y sonrisa simétricas
Llegan las figuras locales, el estabishment castellano: Lucas, León de la Riva, Juan Vicente Herrera. Los anfitriones del evento introducen el paseíllo de los prohombres de Madrid que toman el escenario sobre un mapa azul de una España efervescente.
León de la Riva, el mejor alcalde de Valladolid, sin complejos, siempre chulito con causa nos vende Valladolid en su historia y su presente. Desde Isabel y Fernando hasta él pasando por Delibes. Herrera, Presidente de la comunidad sigue dando su apoyo al jefe y remarcando cifras. Sigue un concejal de Baracaldo, el alcalde de Ezcaray y el secretario de Derechos y garantías.
Cospedal, diva, toma la palabra. Deslumbra para dar gracias a todos y repartir sonrisas. Es la imagen de la virtualidad popular y todo se convierte en un anuncio Disney de familia feliz y paz total para dar paso a un último tramo de ágoras con sabios y muchas comisiones de trabajo supuestamente intenso. Demasiado para un inicio de finde.
Salgo, la ciudad tiene felicidad de viernes noche y hay carteles que critican esta reunión. Hay ambiente en el centro, buen rollo de visitantes y caras nuevas.
Desde luego para Valladolid es todo un evento, algo bueno hay, after all.