La Plaza de España está invadida por un grupo venido desde la capital de la Meseta con su mascota naif de Sol 15M. Descansan en el césped mientras un hombre mueve un títere con la figura de un esqueleto que viste capa y corona. A su lado un colega con micrófono trata de animar el ambiente con chascarrillos y alguna coplilla mal cantada. Otro con aspecto de místico de muchas revoluciones con soda intenta recitar unos versos de rima libre y libertaria, o sea, malos. El ambiente es de verbena mustia, con un cierto aroma a marihuana y sin chispa de ingenio. Está todo el perímetro cercado por la policía, el centro de LosMadriles acordonado por furgones de hombres y caballo en hilera interminable. La atención de los agentes es impecable. Apenas unos minutos antes he intentado acceder a las cercanías del congreso pero estaba cortada por las vallas. Un poli joven me ha sugerido diferentes caminos para avanzar.
Por el paseo del Prado se ya animando la cosa, viene gente con pancartas caseras llenas de tacos y monosílabos, consecuencia exacta de la libertad de expresión de un pueblo que ya no sabe ni expresarse ni qué expresar. Llegan grupos tras pancartas mas amplias que exige que todos se vayan, quejas y rabia. Estos últimos gritan mas y mas fuerte, sobre todo al pasar cerca de la policía que tiene que aguantar como estatuas una tromba de insultos y gestos obscenos, de provocaciones.
Para pasar inmediatamente en contradicción rasgada:
Y rematar en el clásico:
Veo pasar tranquilo a Llamazares, sonriente, crecido con su guardaespaldas. Este sujeto no debe de ser de la clase política nefasta-explotadora ya que se le ignora y hasta se le saluda.
Termino mis fotos, mis videos y me voy a tomar una pinta al James Joyce, como si estuviera en mi isla. Cobran 4.60 y el primer sorbo me sabe al recuerdo inefable de mi biografía. Bridamos un Cheers por ello.
El viento se deja escuchar apagado el sonido de la turba y su movimiento de rabia empieza a crear música al acariciar con ansia la bandera de la plaza de Colón.